Por fin, una de las tres primeras llamas da luz suficiente para poder mirar a través de ella. Sin embargo y pese a mi sorpresa, su fuego se hace tan incontrolable que estalla frente a mí y se convierte en una extraña lluvia de pétalos incandescentes. Uno de ellos, el más alejado, cae sobre otra vela apagada y la enciende. Y ésta, sin permiso alguno, comienza a mostrarme una realidad alternativa que no tenía pensado crear.
Y ante tal atrevimiento, solo puedo reír. Las llamas de Via Alium, como el mismo fuego, son incontrolables e impredecibles, y eso es lo que las hace tan especiales.
Demos la bienvenida a una nueva llama creadora.
miércoles, 10 de junio de 2009
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